En tiempo de persecución de Decio, una joven de 21 años, natural de Ravena, llamada Fusca deseaba abrazar el cristianismo. Habló de ello a Maura, su nodriza, quien la animó y le propuso convertirse también al cristianismo.
Buscaron a un sacerdote llamado Hermoloro, quien les administró el bautismo. Cuando se entero de lo sucedido, el padre de Fusca montó en cólera e intentó –por diversos medios- devolver a su hija a las prácticas de la idolatría.
Pero como no pudo doblegar su voluntad, la denunció al gobernador Quintiliano.
Este envió a sus secuaces para detener a Fusca y a su nodriza, pero a la vista de un ángel que estaba al lado de la joven, los esbirros no se atrevieron a ejecutar las órdenes.
Fue necesario que las dos cristianas acudieran voluntariamente al tribunal para declarar que crían en Jesucristo. Fueron cruelmente flageladas y luego muertas.
FUENTE ACIPRENSA